
Es 21 de octubre, la lluvia otoñal de Madrid moja mi rostro y enfría mi cuerpo.
Al otro lado de la calle el semáforo está en rojo.
No tengo que moverme, no tengo que pensar...
tan solo tengo que dejarme llevar sin preocuparme por nada más.
Parece que el tiempo se ha detenido y yo he quedado atrapado en el,
pero no me importa...ya no.
En este nanosegundo en el que me encuentro encerrado nada me duele, nada me persigue. No hay ninguna ansiedad que me coma por dentro, nada me ahoga, nada me oprime.
Mis labios esbozan una sonrisa al ver que el semáforo se ha puesto en verde...
cruzo la calle, pero el dolor ya no va de mi mano.
Echo un último vistazo hacia atrás...
Me despido de el, dándole las gracias. Gracias por enseñarme, gracias por hacerme sentir vivo, gracias por mostrarme lo que es el sufrimiento y como superarlo.
-Ya no te necesito...-susurro-

Miro hacía adelante. Es un día gris, un día de esos que miras por la ventana.
Pero yo ya no me siento gris, no voy a mirar por un cristal como la lluvia cae en forma de lágrimas.
Hoy voy a salir a mojarme ,a disfrutar de mi libertad, a seguir adelante.
Cosas como el amor,el odio o las mentiras ya poco me importan, tan solo son obstáculos que estorban en mi camino.
Se acabaron los gritos ahogados bajo el agua, las historias de cuatro paredes, el preguntarse el porque o el cúando.Ya puedo volver a recordar los buenos momentos,
sin miedo a enfrentarme a ellos.No puedo borrar lo ocurrido, pero si aprender a vivir
con ello.
Tras la herida solo queda la cicatriz.
Cicatrices que observar, cicatrices de las que aprender,
cicatrices que no te dejan olvidar por tu bien.

Mi mobil vibra.
-¿Diga?
-Hola¿que tal estás?
-Bien,bien.Muy bien.Por lo demás no hace falta mentir.La vida está llena de terribles casualidades e innumerables acontecimientos.Tu ya me entiendes...
-Mmm vale...jeje